Zúrich Turismo Viaje Suiza
Por: Sandra Ricco
Zürich se yergue tranquila y vanguardista, aun en medio de la crisis financiera internacional, a saber que es el centro mundial financiero respaldado por una envidiable ciudad global y bancaria por excelencia. Resulta excéntrico visitar Zürich, ubicada entre Berna y Lucerna, lugares mágicos de los que daremos cuenta en otra entrega. Ciudad establecida a orillas del río Limmat justo donde se encuentra con el lago Zürich; que es donde están las más grandes y prestigiadas compañías banqueras, si es que ¡todavía las hay! País de cuento, de Heidi, lugar que permite soñar, donde es posible apreciar los alpes cubiertos de nieve, y es paradójicamente, la ciudad más grande y capital de Suiza, y una de las más pequeñas del mundo que puede apreciarse en el casco viejo de la ciudad, conformada por los celtas, alemanes y galos, y donde un tercio de la población son extranjeros. Huellas del pasado celta se observan en sus calles de origen medieval porque la belleza de su arquitectura gótica y barroca le otorgan una belleza única e histórica. Tan sólo llegar es curioso ver los trenes que recorren sus calles, y la nieve que cubre los alpes y deslumbra como el sol de baja, impresionante. Lo mejor es recorrer andando la calle principal, la famosa Banhofstresse que se ubica justo enfrente de la legendaria estación de trenes construida en 1871, pasar por la tradicional confitería Sprungli, una costumbre desde 1836, para probar su famoso postre Luxemburgeril, pastelillos llamados originalmente besos, aunque en aquella época era mal visto llamarlos así. Y donde está el famoso Credit Suisse, callejuelas, ventanas angostas, relojerías, y tiendas de joyería, que tienen entre 100 y 150 años, escaparates llenos de elegancia y clientes. Turicum, que en latín significa Zürich, fue puesto aduanero y un fuerte romano a la orilla izquierda del lago Linmat, desde entonces han creado y construido su grandeza de sus antepasados celtas. Ciudad de glamour sobrio, porque el carácter de los zuriquenses es tímido y reservado. En la edad media se convirtió en un centro económico, cultural y religioso, y a lo largo del siglo XIII, cuando la ciudad consiguió acaparar poderes para ejercer el autogobierno a pesar de pertenecer al imperio romano germano en 1351. Paradójicamente no existen a la vista rascacielos ni excentricidades arquitectónicas que desentonen con la prudencia innata de los Zürich, testimonio de ello resulta los tres monumentos en toda la ciudad, y están ahí en honor a empresarios emprendedores, y un sociólogo que impulsó las universidades públicas, que hoy son las mejores de Europa, y siguen siendo públicas, de donde han salido un puñado de premios Nobel.