Reconocer la belleza de la costa italiana es una cuestión de honor

Reconocer la belleza de la costa italiana es una cuestión de honor, pero una mirada a la península de Sorrento es aún más excitante, quizá porque desde ahí se reconoce a lo lejos Capri, o porque sólo tomando una lancha es posible iniciar la andanza hacia Sicilia.
La península de Sorrento está formada por las colinas de Lattari desde donde se dibuja una frontera entre las bahías de Nápoles y Salerno.
Es tal vez por su altura dramática por encima del inmenso mar turquesa, que pareciera como si se accidentaran entre sí con el choque rocoso, y justo ahí se escondiera Sorrento. Está dentro de los acantilados situados al sur de la bahía de Nápoles, este popular destino que desde el siglo VIII causó revuelo.
Por sus plazuelas y callejones, su catedral o Duomo de mármol del siglo XIV, Casanova y Goethe pasearon por la ciudad como invitados del enviado británico William Hamilton.
El origen de Sorrento se remonta a tiempos muy antiguos, todavía se distingue el trazo griego original en el centro al oeste de Piazza Tasso y al contemplar los restos romanos ubicados en las afueras, en Punta del Capo.
En verano, está tranquila localidad se llena de turistas que disfrutan de caminatas, excursiones y hasta carreras de autos. Allá abajo, en la orilla se encuentra la marina grande y la marina piccola, con pequeñas playas, aunque abundan más los barcos que bañistas en el frío mar. Aquí zarpan y atracan los transbordadores que comunican a la costa Amalfitana con Nápoles y las islas.
Sorrento huele a limones, que dan testimonio de la fertilidad de los campos circundantes y que aportan su olor y color a la ciudad.
Encantador, será porque el suave flanco norte habitado desde hace siglos está rodeado de villas antiguas y modernas, donde ofrece espectaculares vistas de la bahía de Nápoles, y hoy, el turismo es su sustento principal, aunque tierra adentro, todavía se cultivan los olivos y los cítricos; y fuera de temporada vacacional recupera cierto ambiente de pueblo pescador.
La Piaza Tasso es uno de los lugares más llamativos de la ciudad, puesto que traza el Sorrento antiguo con calles estrechas, ¡y no falta la estatuilla a Torcuato Tasso! -poeta renacentista del siglo XVI- quien nació aquí y seguramente disfrutaba de la fruta y verdura fresca que todavía se encuentra en los puestos al aire libre de la plaza.
Tal vez sean sus locales con café que me seducen, por su gran tradición y calidad, nadie debe perderse un expresso maciatto, y ver pasar desde el atardecer a los sorrentinos alegres, con esos gritos desbordantes y apasionados, tal como lo es su personalidad y cocina a la leña de modo tradicional, y desde donde el aroma del fogón conquista a los turistas.
Su antiguo Gran Café ofrece desde hace cien años los deliciosos gelatos o helados únicos artesanales de todos sabores, destacando el de pistache, sería un verdadero pecado perderse semejante placer.
Sorrento es el nombre del lugar en el que cada atardecer se balancea en el mar la marina y los barcos de los pescadores; y desde donde se observa el colorido y añejo aspecto de los hogares justo al frente del mar, que le añaden encanto. ¡qué escena!.
Ve…
Donde hay una pequeña y solitaria cueva, ahí en la marina piccola y una de las mejores playas de los alrededores es donde los pescadores comparten, en una parada, el disfrute de los placeres mundanos de admirar la belleza, comer y beber, acompañados siempre con ese aderezo insustituible. La verdad del arte y la cultura, que símbolo a símbolo, nos deslumbran.