Una invitación a conectar con lo profundo de la cultura huichol y mestiza.

En el corazón de la sierra madre occidental, a orillas del Pacífico mexicano, el pequeño pueblo de Sayula, Nayarit, se erige como un susurro del pasado, donde el tiempo parece moverse al ritmo de los ecos de sus tradiciones ancestrales. Esta tierra, bañada por las aguas de sus arroyos y abrazada por montañas de una verde exuberancia, latitud a preservar es más que un destino turístico, es una invitación a conectar con lo profundo de la cultura huichol y mestiza, por ello le llaman un pueblo “bohemio”.
Sayula es un refugio para comprender el alma de México a través de sus raíces. El pueblo, con sus calles empedradas y casas de adobe que guardan historias de antaño, es un testimonio viviente de la fusión de culturas que, con el paso del tiempo, han dado forma a su identidad y la calle Delfines nos lleva al mar.
La presencia indígena huichol es palpable en cada rincón, y sus costumbres y rituales, heredados de generaciones, aún se mantienen vivos en las festividades y en el arte local, presente en múltiples tiendas de artesanías que dan sustento a tantas familias.
Uno de los principales atractivos de Sayula es su iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, que destaca por su arquitectura colonial, cuyas fachadas sencillas, hablan del fervor religioso que caracteriza a los sayulenses. En sus alrededores, las festividades religiosas, como la celebración de la virgen de los Dolores en septiembre, llenan de color y música el pueblo, mientras las danzas tradicionales y las procesiones iluminan el horizonte.
El arte es otro de los grandes tesoros de Sayula. Las artesanías huicholas, especialmente los coloridos bordados y las figuras de peyote, son una manifestación vibrante de su cosmovisión, que fusiona lo terrenal y lo espiritual. Los mercados locales son un escenario perfecto para adquirir estos productos y sumergirse en la diversidad de colores, texturas y símbolos que narran historias del monte, el sol y la vida misma, que atrae al turismo cultural y estadounidense al que hay que consentir pero no tanto, porque las reglas se deben cumplir para preservarlo.
A saber que los amantes de la naturaleza encontrarán en Sayula un paisaje de singular belleza, la playa de Los Muertos es un sitio a descubrir y se dice que aquí es ligar de comunion con vivos y muertos.
El lago de Sayula, un espejo de agua rodeado de montañas, invita a los visitantes a reflexionar en silencio, mientras las aves migratorias trazan su ruta sobre sus aguas tranquilas. Aquí, la paz de la naturaleza se convierte en un bálsamo para el alma.
Sayula, en su aparente quietud, es un lugar donde el pasado y el presente se funden, ofreciendo a quienes la visitan no solo un viaje por la geografía, sino por la esencia misma de un pueblo que ha sabido conservar su identidad a lo largo del tiempo. Un rincón de Nayarit donde, como en un verso poético, la tierra susurra historias de hombres y dioses, de esfuerzo y esperanza, de dignidad.