Un edén
Arte en el desierto, montaña y un edén en peligro es posible descubrir y aprender.
Porque todo desde el mirador parece pequeñito, la Sierra Tarahumara bien podía ser escenario de una saga de cuentos fantásticos, por sus múltiples y bellos paisajes, por su clima, por su tesón de sobrevivir… momentos emocionantes son garantía.
La alta Sierra Rarámuri o Tarahumara forma parte de la Sierra Madre Occidental y está en el estado de Chihuahua. Es uno de los lugares más interesantes de México y también de los más pobres. Internarse en el parque nacional Barrancas del Cobre, subir al Chepe y sorprenderse de sus vistas espectaculares; resulta imperdible.
Contacto directo con la naturaleza con sus precipicios, ríos, desniveles y rodeado de montañas ,tiene un aire rústico… hasta rudimentario como Cusararé o lugar de Águilas, es posible probar vino como en Guachochi donde han creado en algunas hectáreas viñedos que dan vinos suaves de mesa.
Indispensable es tener guía para adentrarse en su cultura inigualable algo que me recuerda a Baja California Sur y sus rutas complejas, casi sagradas, por lo que perderse es común.
Visitar otros poblados con arquitectura de barro vaciado en formas de madera (aunque todavía es posible desde el tren ver el adobe que me encanta) donde hay espacios privados tipo patio y abiertos donde se han alzado montículos aparentemente con fines rituales incluyendo alguno con la mítica figura de la serpiente. Es obvio para los amantes de la belleza que sus obras artísticas como las de cerámica del maestro Juan Quezada se cotizan en todo el mundo, son sobrias en colores tierra, exquisitas… por sus motivos geométricos y fantásticos en ocres; combinación de arte contemporáneo que fueron creados por las tribus mas primitivas de Chihuahua con un genio único, que hoy da trabajo a un pueblo entero e imperdible como Paquimé y Casas Grandes que comparten este esplendor.
De difícil acceso, Chihuahua de territorio tan grande como un país europeo, que durante el Porfiriato se inició la construcción de una línea férrea, que se interrumpió por causa de la Revolución y hoy es el tren Chihuahua-Pacífico.
Paradójico, porque es un sitio de enorme riqueza geológica y cultural, un lugar de reservas de coníferas, de aves, fauna (que hoy están en peligro) y aguas que por cierto, desembocan, en el Golfo de California.
Ubicada entre los 1,200 y 2,400 metros sobre el nivel del mar, ha representado una de las zonas más inaccesibles, paradisiaca y verde, lugar de encuentro para científicos que llegan de todas las latitudes, para el estudio de la región e incluso se quedan a estudiar la lengua indígena y costumbres, algo fascinante.
Como la cascada de Basaseachic, a donde se llega por bosques llenos de barrancas y arroyos y se le ubica como la cascada más alta de todo México y alcanza los 311 metros en caída libre, impresionante!
Porque los Rarámuri de origen y Tarahumaras luego de la evangelización, que quiere decir «de pies ligeros» por su tradición ancestral de correr, y que les da rasgos físicos y estatura muy parecida a la de los atletas de alto rendimiento, son personas de tradiciones, valor y trabajo constante. Poblan la tercera parte de la Sierra y acostumbran respetar la naturaleza, algo que los ha aislado de la civilización local y es quizá la razón de sus carencias… algo imperdonable, pero real.
Lugar de turismo que lleva el famoso tren «CHEPE» desde los Mochis pasando por Creel, Valle de El Fuerte, de cavernas, clima de montaña y asombrosas sorpresas.
El Poblado de Creel Pintoresco y dotado de infraestructura turística sigue siendo un punto de llegada hacia las Barrancas del Cobre donde nos recibe su gran Cristo Blanco con los brazos abiertos que en este caso es Europeo.
Las tradiciones de los Tarahumaras indican que hay que observar al visitante, son parcos y las mujeres son quienes ofrecen su artesanía en las estaciones donde detiene el tren; no interactúan demasiado, se reservan a dar sólo el precio.
Su bebida o licor a base de maíz fermentado de agradable sabor tesgüinoque ellos mismos lo preparan, decir «cuira» en su lengua indígena es decir «hola» y con eso basta para recibir un poco.
Seguir los caminos del río para llegar a poblados como Cusárare, hacen sentir en un mundo de fantasía con una inmensa cascada… lugar de Las Águilas, tonos ocres, rosados y amarillos tan impresionante como Basaseachic donde suele iniciar el arcoíris según la leyenda.
Aquí se encuentra también la antigua misión jesuita del siglo XVII y su museo Tarahumara.
Su cultura es endémica, y a diferencia de otras comunidades indígenas en México, quizá la menos sociable, por ello se casan muy jóvenes, se dice que desde los 15 o 16 años y se permite vivir por un año a la pareja antes de casarse como un dato democrático, pues se dice que es la naturaleza de los Rarámuris, así como el respeto que ellos también exigen.
Creen en Cristo y su Dios al que imploran a través de la danza y cantos con violín y arpa. Muchos han adoptado el catolicismo siempre con sus reservas e incorporando sus costumbres.
Las viviendas de madera incrustadas entre pinos y aun abetos, la iglesia y un edificio neogótico de la misión atraen a fotógrafos que encuentran una belleza a conocer.
Observar en las rocas diferentes formas, aunado a las cuevas de camino despiertan la imaginación, encontrarse a grupos de Rarámuris es parte de la aventura, pues en su carácter son diversos, algunos no responderán preguntas por lo que hay que traer el mapa en mano.
Algunos Tarahumaras son todavía seminómadas y viven de forma muy simple, se dicen mestizos, y los que habitan en la baja Tarahumara, viven y visten igual: viven en casas de madera, incluso sin camas ni sillas, pudiendo dormir en tablados y pieles, se mudan en invierno a cuevas, porque ellos valoran más a las personas que lo material, aislándose para evitar ser explotados.
Se cree que hace 15 mil años, sus ancestros provenían de Asia y es, en su modo de vida minimalista y discreto donde se observa cierta semejanza.
Habitan en pueblos y ranchos dedicándose a la agricultura y cría de cabras y por eso su miseria en semejante sequía. Usan calzón de manta y mezclilla y ellas faldas que las distinguen pues son de colores y usan una sobre otra lo que les da un aspecto esponjado y dulce, huaraches de tiras y sombrero de palma, una artesanía tradicional como las canastas.
Los Rarámuris confeccionan sus cobijas con lana de su ganado y pieles, las cuales aprecian como sagrados, también producen alfarería.
Las Misiones que se encuentran en la Tarahumara son producto de la gran tenacidad de los Jesuitas del 1600. Increíble es caminar en el todo de la naturaleza, cuevas e Iglesias, por lo que sí se requiere ser un explorador, traer cantimplora, brújula y lámpara, saber acampar para recorrer sus caminos sin el miedo que produce la noche profunda y alejada de civilización.
Es la neblina del clima montañoso que rodea de mágico poder este reino que se ha vuelto desolador y aun así conserva el esplendor de aguas cristalinas que obligan a verse de frente, entre las rocas en el edén Tarahumara de nuestros tiempos escasos, sobre todo de valores y calor humano.