Chiapas, donde dar vida se convierte en muerte

Redacción

No sabemos su nombre completo, pero sí conocemos su historia. Era una mujer originaria de Puebla, México, que dejó todo para seguir a su esposo, Evelio Meza Pérez, hasta Chacoma, Chiapas, buscando construir una vida juntos. Tenía 38 años y cuatro hijos, el más pequeño apenas nacido.

El lunes 14 de abril, a las cuatro de la madrugada, en medio de la oscuridad y sin más asistencia que una partera local, trajo al mundo a su bebé. Pero la placenta no salió, y comenzó la urgencia. En Chacoma, buscaron desesperadamente un carro que los pudiera llevar a una unidad médica en Tenejapa. Llegaron, pero allí no había médico ni ambulancia. Buscaron otra unidad en el mismo pueblo, y la respuesta fue la misma: ausencia, abandono.

Con angustia, la partera y el esposo decidieron ir a San Cristóbal de las Casas, aferrándose a la esperanza. En el camino, intentaron detenerse en una unidad médica en Cruzton, Chamula, pero sólo encontraron una ambulancia sin servicio disponible. El reloj seguía corriendo, y la vida de ella se apagaba.

No lograron llegar a tiempo. La mujer falleció minutos antes de arribar a San Cristóbal. En el Hospital de las Culturas, los médicos solo pudieron confirmar lo inevitable: ya no respiraba. Allí mismo, separaron al bebé de su madre.

Una vida se fue, dejando un vacío enorme y una pregunta que duele: ¿cuántas muertes más serán necesarias para que la salud en nuestras comunidades deje de ser un privilegio y se convierta en un derecho real?